Antonio –apicultor de la región desde hace 45 años– se hace camino entre la maleza y la selva para mostrarnos con orgullo el cuidado y proceso que resulta en la miel. Las abejas entran y salen de las colmenas en búsqueda de polen, como el ser humano en búsqueda del amor. Sin parar. Tienen muy clara su misión en la tierra y la tierra sabe que sin ellas, el mundo no existiría como lo conocemos hoy.

Las abejas meliponas solo permiten la entrada al panal a las abejas que traigan polen de plantas medicinales– nos cuenta Doña Alicia, quien las recibe en casa con brazos abiertos, todos los días, a todas horas. La familia crece día con día detrás, en su jardín y ella cuida de ellas como si fueran suyas, aunque sabe que no le pertenecen porque así como ella, son parte de la naturaleza.