Sube, baja, se dobla y contrae. Las líneas llevan a caminos inexplorados. El espacio se vacía y se contiene a la vez. Las estructuras navegan en el aire, cambian de dimensión y, a otra escala, ganan un carácter distinto, ornamental. Forman un mundo propio, suspendido, engarzado en una vida que complementa la suya. Se transforman en abalorio. Se convierte en una joya que celebra la subjetividad de las proporciones, el universo juguetón de las formas, el júbilo de los espacios.